Buttes-Chaumont y alrededores

¿Se trata de un decorado de opereta? Nada de eso: se trata de una urbanización obrera construida entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX. En la ladera de la colina, una veintena de callejuelas peatonales, o “villas”, parten en estrella desde las calles de Mouzaïa y Michel-Hidalgo. La teja roja domina entre las hileras de casas de una planta, pero cada una de ellas cuenta con su propia coquetería: fachada rosa aquí, azulejos amarillos allá, persianas atravesadas por corazones, un pequeño patio limpiecito y o un jardincillo silvestre...

En 1860, las colinas del “mont chauve” (monte calvo) seguían siendo canteras de yeso y descarga a cielo abierto. Siete años más tarde, conforme al deseo de Napoleón III, se inauguró el parque paisajístico más escarpado y pintoresco. Entre tanto, obras titánicas derribaron y remodelaron el relieve a golpe de dinamita, se hicieron brotar cascadas, se excavó un lago, una cueva de estalactitas, se elevó una isla rocosa de 30 metros coronada por el pequeño y quimérico templo de la Sibylle. El parque de Buttes Chaumont es encantador, por su paisaje rico y variado (rocas, cascadas, cuevas, pasarelas, césped...) que nos ofrece un romántico descanso en pleno verdor y sorprende por su relieve, a veces abrupto, que hace las delicias de los que no son adeptos a los caminos sin tropiezos.

Sus muros inmaculados difunden el arte contemporáneo entre el público a través de exposiciones y un espacio experimental que presenta las obras de artistas residentes en París. A 50 metros (22, cours du 7e-Art), L’Antenne organiza encuentros pedagógicos en torno a la creación contemporánea.

Esta colección de ceras medicinales -cerca de 5000 moldes- son testigos de una forma de aprender medicina y aporta una importante contribución a la historia de la dermatología desde el siglo XIX.